¿Te gustan los cuentos? ¿Las fábulas, mitos y leyendas? ¿Te gusta escuchar una buena historia?
Voy a contarte una …
✍ La historia comienza en un curso para mujeres de desarrollo personal y creativo al que asisto. Se llama ‘Autoescucha. Vive la vida en rosa.’ (ahí nació la chispa para escribir este post).
Resulta que, en la edición de diciembre surgió como ejercicio de desarrollo creativo, trabajar la historia del cuento de Blancanieves y los Siete Enanitos. El objetivo es interpretarlo a la luz de los conceptos que hemos ido aprendiendo en el curso sobre la conciencia de género y el desarrollo humano. Además, el ejercicio invita a crear finales positivos para todos los personajes teniendo en cuenta temas como el perdón, las segundas oportunidades, el arrepentimiento, la redención, etc. (como en Maléfica). A la luz de la consciencia, ya no hacen falta castigos, venganzas ni nada parecido: lo que sucede conviene. Es hora de positivar.
¡La idea me entusiasmó!
✍ Quizás porque este tipo de actividades no me resultan desconocidas. Me gusta leer historias que me hagan reflexionar (de todo tipo) y escribir sobre ellas. Lo hago también con películas. Es algo que me viene de lejos, de cuando estudiaba: recuerdo que me encantaba hacer comentarios de texto en literatura e historia.
✍ El caso es que hace años estudié a fondo el tema de los cuentos. Además, tuve el placer de poder contar cuentos a muchos niños pequeños … y lo disfruté muchísimo. De hecho, se me daba muy bien.
Creo que contar historias es la forma más poderosa de poner ideas en el mundo.
✍ Quizás por eso me gusta tanto el cine, porque es una eficaz y completa herramienta para contar historias, especialmente historias universales. Las adaptaciones cinematográficas de cuentos literarios, mitos y leyendas son abundantes.
✍ Además, el libro o palabra escrita no es el único vehículo del patrimonio cultural. Las comunidades que no utilizaron la escritura no fueron (o son) pueblos sin cultura. El Patrimonio Cultural de la Humanidad contiene verdaderas joyas de conocimientos transmitidos por la tradición oral.
✍ Las historias o narraciones se han utilizado, compartido y transmitido, en todas las culturas a lo largo de la historia, como medio para entretener, educar, mantener la cultura o inculcar un sistema de valores morales. Las culturas antiguas creían en el poder creador de la palabra. Ello ha perdurado oculto en muchos mensajes de los cuentos de hadas tal y como puede verse en la presencia de hechizos, maldiciones, bendiciones, invocaciones y conjuros.
✍ En relación a este tema, os animo a conocer la labor de Ana Griott y la editorial Malas Compañías que rescata los relatos perdidos de pequeñas comunidades de otros países para editar volúmenes cuyos beneficios se reinvierten en un proyecto cultural con ellos.
»El universo está hecho de historias, no de átomos» (Muriel Ruckeyser)
“Un cuento nos puede hacer pensar por qué estamos aquí. Un cuento nos puede sacudir y llevarnos a reconocer una nueva verdad, darnos una nueva perspectiva y una nueva manera de percibir el mundo” (Ruth Stotler)
Por cierto, no sé si sabréis que casi todos los cuentos antiguos que se conocen hoy día para niños … eran historias para adultos que contenían escenas y finales truculentos. Muchas de las historias que han llegado hasta nuestros días han ido evolucionando desde tiempos en la que aún no existía la escritura. Disney las ha adaptado (suavizado) para que sean aptas para niños.
Al parecer, los Hermanos Grimm crearon la Blancanieves que conocemos hoy en día (hasta le pusieron ese nombre), pero la base de la historia proviene de varios siglos atrás. Ellos eran recopiladores de historias (como Charles Perrault y Caperucita), pero los verdaderos creadores se pierden en el tiempo. Incluso se puede observar cierto paralelismo entre cuentos y mitos.
En fin, que me encanta este tipo de actividades de desarrollo creativo donde se trabajan arquetipos, el ideario colectivo, etc. Es una forma de cultivar mi jardín interior, mi mente y mi espíritu.
Además, (ya vamos llegando al meollo del post), los cuentos son una creativa herramienta para el desarrollo personal:
todos los cuentos suelen partir de la pérdida de un paraíso o vida ideal. De repente el mundo se hace inseguro, caótico y peligroso y los protagonistas tienen que emprender una aventura. Son historias de iniciación que obligan al héroe o heroína (al protagonista, sea quien sea) a superarse.
Los cuentos de hadas, en origen, servían para iniciar a las personas en la vida abriendo puertas en su subconsciente. La persona veía reflejado su ciclo vital en lo que le sucedía al héroe o heroína de la historia. Las dificultades por las que pasaban los protagonistas preparaban a los adultos para las distintas adversidades que se podrían encontrar a lo largo de su vida.
En todas esas historias se utilizan arquetipos lo que las hace universales y atemporales, válidas para cualquier persona de cualquier época y lugar del mundo.
Series como ‘Cuéntame un cuento’ o ‘GRIMM‘ (entre otras) demuestran que los arquetipos están más vivos que nunca y que siguen activos en la psique humana.
Para terminar diré que la primera historia que deberíamos ser capaces de contar es la nuestra propia, así que
te propongo algo:
coge papel y bolígrafo y comienza a escribir tu historia de vida. Algo así como la única biografía autorizada que quisieras que constase en el mundo. No existe un ejercicio de desarrollo creativo y personal más positivo y revelador.
Tendrás que contarla una y otra vez hasta que consigas poder hacerlo de forma que no haya drama, sufrimiento, dolor o impacto negativo de ningún tipo sin recurrir a la mentira u omisión. Eso implica ser capaz de positivar todo lo que te haya acontecido, haberle encontrado un sentido de aprendizaje, haber perdonado y haber pasado página. Implica ser capaz de contarla con respeto, confianza, valentía e incluso cierto orgullo.
»La Vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la cuenta» (Gabriel García Márquez)
Ah, se me olvidaba compartir que los dos cuentos que más me impactaron en mi infancia fueron PINOCHO y LA PEQUEÑA CERILLERA Aunque lo que más me gustaba era leer historias de aventuras. ¿Alguien recuerda las maravillosas colecciones que publicaba Bruguera? En mi colegio tenían varias. Me crie con ellas. Las leí todas. Recuerdo especialmente una colección que tenía casi 300 títulos.
¿Recuerdas qué libros leías cuando eras niño/a?
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
No sin antes recomendar leer las bellas e inspiradoras palabras de ‘El cuento como medicina’ de Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista junguiana, poeta, contadora y guardiana de antiguos cuentos de la tradición latinoamericana.
»A mi juicio, el cuento, en todas las modalidades posibles, sólo puede ser fruto de un considerable esfuerzo intelectual, espiritual, familiar, físico e integral. Nunca brota fácilmente. Nunca «se recoge» o se estudia en los «ratos libres». Su esencia no puede nacer ni se puede mantener en la comodidad del aire acondicionado, no puede alcanzar profundidad en una mente entusiasta pero no comprometida y tampoco puede vivir en ambientes sociables pero superficiales. El cuento no se puede «estudiar». Se aprende por medio de la asimilación, viviendo cerca de él con los que lo conocen, lo viven y lo enseñan, mucho más en las tareas de la vida cotidiana que en los momentos visiblemente oficiales.»
Broche de Oro
Dentro de esta temática hay TEDX muy interesantes.
Comparto la de José Luis Gallego, escritor y orador, una de las que más me gustan.
En ella, Gallego explica cómo utiliza la narración de historias para superar las barreras sociales y construir la esperanza en las comunidades desfavorecidas. La narración oral podría ser la práctica social históricamente arraigada que podría ayudar a resolver los prejuicios, la discriminación y la violencia en el mundo actual.
