Francesca Cabrini Patrona De Los Inmigrantes

imagen de la Madre Cabrini sacada de una escena de la película 'Una mujer italiana (Cabrini). Una mujer de una orden religiosa vestida de negro con la cabeza cubierta y un crucifijo colgado del cuello.

Impacto social sostenible

Este post surge de la chispa/inspiración surgida tras ver la película ‘Una mujer italiana (Cabrini) que narra la vida de Frances Xavier Cabrini (julio 1850 / diciembre 1917), más conocida como ‘Madre Cabrini’ patrona de los inmigrantes, una incansable emprendedora que siempre encontraba la forma de sacar adelante sus proyectos, pese a ser mujer, inmigrante y religiosa (podríamos llamarla La Mujer Que No Aceptaba Un No Por Respuesta)

Durante su vida, puso en marcha 67 proyectos en Estados Unidos, América Latina, el Caribe, Europa (incluida España), Inglaterra y los Andes sudamericanos: hospitales, orfanatos, escuelas, centros de salud, guarderías, sanitarios, comedores, casas de acogida, etc.

Origen de esta imparable mujer

Nació prematura, en el seno de una familia campesina católica fuertemente religiosa. Fue la menor de 13 hermanos (solo 4 sobrevivieron hasta la adolescencia). Estudió en la congregación de las Hijas del Sagrado Corazón en Milán. Obtuvo el título de maestra cum laude a los 18 años y trabajó como docente en escuelas rurales en Lombardía. Desde la niñez se sintió atraída por la vida misionera por lo que intentó ingresar en diversas órdenes religiosas, como las Hijas del Sagrado Corazón y las Hermanas de la Providencia, pero fue rechazada por su frágil salud de nacimiento (nunca pudo hacer votos perpetuos). Pese a ello, superó la viruela sin secuelas y vivió hasta los 67 años. En 1880, logró fundar su propia congregación religiosa: Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.

Cómo llegó a Nueva York

Francesca Cabrini admiraba desde niña a San Francisco Javier, el gran misionero jesuita en Asia: soñaba con crear allí misiones. Sin embargo, el destino tenía otros planes para ella. A fines del siglo XIX, millones de italianos emigraban a Estados Unidos, escapando de la pobreza y la inestabilidad política. Estos inmigrantes vivían en condiciones miserables e inhumanas en ciudades como Nueva York, Chicago o Nueva Orleans, sin acceso a vivienda, salud, educación y trabajo de calidad.

La Iglesia católica estadounidense no daba abasto, y muchos italianos abandonaban la fe y caían en la marginación. En 1887, Cabrini fue a Roma para solicitar permiso y apoyo para fundar una misión en China. El Papa León XIII, plenamente informado de la situación de los emigrantes italianos en América, le respondió que apoyaría su petición si aceptaba llevarla a cabo en Occidente, y más concretamente en Estados Unidos.

Aunque le costó aceptar, Cabrini obedeció, confiando en que allí también desarrollaría su vocación. En marzo de 1889, Cabrini y seis hermanas llegaron a Nueva York, tras un viaje difícil por mar (Época Dorada). Se encontraron solas, sin alojamiento ni apoyo de ningún tipo en una gran ciudad que despreciaba a los inmigrantes. El arzobispo de Nueva York (Michael Corrigan) les pidió que regresaran a Italia al considerar imposible lo que ser proponía. Pero Cabrini se negó. Contando solo con su brillante mente y su inquebrantable espíritu, ella y su comprometido equipo de religiosas fundaron la primera escuela para niñas italianas.

El resto ya es historia. Nada ni nadie, pudo echarlas de Nueva York.

El dinero es un medio, no un fin o una excusa

Francesca Cabrini dejó una huella única, muy original, en su uso del dinero, tanto como religiosa, como mujer. Necesitaba dinero, mucho dinero, para construir hospitales, escuelas y orfanatos para los emigrantes que vivían en condiciones de grave indigencia en multitud de países, así que se propuso conseguirlo por todos los medios imaginables. Mientras que en Italia las mujeres aún no eran reconocidas con autonomía administrativa, ella y sus hermanas administraban con soltura grandes sumas de dinero y tomaban decisiones sobre importantes inversiones, confiando en sus propias habilidades emprendedoras. Para ella, el dinero era un medio que debía usarse eficazmente para hacer el bien común

¿Cómo financiaba Madre Cabrini sus audaces iniciativas?

Las formas que empleó para reunir las sumas necesarias fueron múltiples y adaptadas a cada situación. La base constante para saldar deudas y emprender nuevos proyectos era siempre el trabajo voluntario de las hermanas, un trabajo cualificado y continuo. La modernidad de Francesca Cabrini no consistía solamente en adaptar la vida religiosa a los nuevos tiempos. Su compromiso con el trabajo, que exigía a todas sus hermanas, no tenía nada que ver con la ansia moderna de productividad, sino que era diligencia espiritual.

Madre Cabrini no tuvo miedo de ocuparse de los aspectos prácticos de cada proyecto: sabía desde el principio evaluar costos y posibles ingresos. El capital inicial para cada fundación provenía de donaciones gestionadas por ella —de la Propaganda Fide, la Santa Sede, benefactores privados— y también de préstamos, a veces sin o con muy bajo interés, que luego devolvía.

Obtener ayuda de benefactores no era nada fácil; exigía un pormenorizado trabajo, saber cuándo solicitarla  y demostrar los beneficios que podrían rendir. El dinero también podía provenir de especulaciones afortunadas, como cuando en Chicago intuyó que unos terrenos se revalorizarían con la expansión urbana y ordenó comprarlos; o en Panamá, donde propuso adquirir tierras baratas cerca del canal para obtener importantes revalorizaciones.

Su fe religiosa le permitió invertir sin miedo en proyectos caros y complejos, aunque careciera de recursos en ese momento, confiando únicamente en la ayuda divina. En Buenos Aires asumió compromisos financieros mayores de los que podía soportar, con fe en que la providencia abriría caminos. El método más común para acumular los fondos necesarios era el ahorro constante y la austeridad, en línea con su voto de pobreza.

Era también ingeniosa: en Los Ángeles consiguió materiales de construcción comprando y demoliendo un parque de atracciones; luego distribuyó maderas y ladrillos restantes a un convento en Denver. En Brasil, incluso sugirió que explotasen una mina para generar recursos propios.

Esta lucha constante por concretar proyectos, saldar deudas, buscar financiación y evitar engaños (el fraude y la corrupción eran habituales) era agotadora, pero a Cabrini no le desagradaba. En el dinero veía una forma de energía positiva, un don de Dios que había que utilizar con responsabilidad y eficiencia para hacer el bien.

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Habilidades financieras y de emprendimiento de Madre Cabrini

La forma de hacer negocios de esta mujer debería enseñarse en escuelas de negocio como ejemplo de determinación, creatividad y liderazgo.  Veamos algunas de sus habilidades, teniendo en cuenta, que era mujer, religiosa, inmigrante y no tenía estudios empresariales:

  • Administración de grandes sumas de dinero. Desde sus inicios, manejó de manera autónoma los fondos recaudados; analizaba gastos, ingresos potenciales y sostenibilidad financiera. Tomaba préstamos (siempre que fuera posible a bajo o ningún interés) y luego los saldaba, garantizando la viabilidad a largo plazo de sus obras.
  • Estrategias de recaudación de fondos. Llevaba a cabo captación proactiva: convocaba donantes con persistencia y estrategia. Diversificación de fuentes: Combinaba donaciones eclesiásticas, benefactores privados y préstamos.
  • Capital humano y ahorro intenso: trabajo gratuito de las Hermanas. Cultura del ahorro: promovía el uso responsable de recursos, considerando el desperdicio como “robo” .
  • Innovación financiera y aprovechamiento de oportunidades: compra de terrenos especulativos. Anticipaba revalorizaciones urbanísticas (como en Chicago o áreas próximas al Canal de Panamá) para obtener beneficios posteriores . Reutilización de materiales: en Los Ángeles reutilizó materiales de un parque demolido; en Brasil, hasta propuso explorar minas para financiar localmente.
  • Liderazgo firme y capacidad de negociación. Autoridad financiera: tras una crisis inicial, aprendió a manejar con firmeza las finanzas y exigía viabilidad económica en cada iniciativa.
  • Persuasión eficaz: poseía una actitud directa y decidida con la que lograba lo que necesitaba,Fe y audacia financiera. Proyectos sin recursos previos: comenzó construcciones sin fondos asegurados, confiando en que la ayuda llegaría después demostrando una confianza casi “profética”.

Francesca Cabrini fue una inversionista visionaria, negociadora tenaz y líder cooperativa. Combinó planificación y supervisión (medición, contratación, litigios). estrategia financiera (especulación, persistencia en donaciones). innovación práctica (reutilización de recursos, financiamiento local) y una fe activa e inquebrantable  que le permitió iniciar sus proyectos sin recursos, segura de que la Providencia respondería.

Queda claro que Cabrini fue una mujer adelantada a su tiempo que combinó visión emprendedora, gestión financiera responsable, liderazgo firme, y una activa fe que utilizó para impulsar iniciativas sociales sostenibles de gran envergadura. Supo aunar impacto social positivo con visión de futuro.

 

 

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